Tea Party sociata y mamarrachadas zurdo-nazis


 

Qué feliz habría sido el compositor Richard Wagner, el de los perfumes de mujer importados de París, las capas de armiño y seda con brocados de rosas, las camisas con lacitos y las sábanas de satén entre el grupito de camisas pardas y tontos útiles que, como era de prever, la armó ayer en la Puerta del Sol de Madrid. Al primer indignado, que exigía entre otras la abolición del dinero, la propiedad, “una estaca clavada a través del cuerpo de la humanidad”, la pobreza, el trabajo, la carne y la vivisección de animales  –“la maldición de nuestra civilización”– y la instauración del comunismo y que, ataviado con bata de cola, clamaba contra el efecto feminizante de la cultura latina sobre el recio espíritu teutónico (pero las peinetas no)  habría estado en su salsa protestando con la democracia, esa “importación franco-judía que sólo existe en la prensa”, y el catolicismo, otro elemento que debe ser purgados para purificar a los humanos, o al menos a aquellos que descienden de los dioses, es decir, los arios, pues como todo el mundo debería saber, el resto viene de los monos.

Qué razón tenía el bueno de Nietzsche cuando en La genealogía de la moral, El caso  Wagner y Nietzsche contra Wagner, obras fundamentales para entender las taras que afligen a nuestros indignados actuales, alertaba contra la perniciosa influencia del compositor, convertido en delirante “teléfono del mas allá” y en adalid de la ira y la sinrazón. Al menos Wagner dejó buena música. ¿Qué rastro dejarán tras de sí los que ayer se dedicaban a agredir a los jóvenes católicos reunidos para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud? Apenas una pestilente pila de excrementos coronada por una gran boñiga fresca. Menos mal que, a pesar de la ineficacia de la concejala Ana Botella, todavía quedan buenos basureros en Madrid armados con potentes mangueras de agua a presión para barrer detritos. Del comportamiento policial, que en vez de defender a los agredidos los expulsó del lugar, mejor no hablar, ya que los pobres agentes no tienen la culpa de la iniquidad de sus mandos.

En fin, ¿qué esperar de la izquierda española, que califica de ultras, fascistas y terroristas a los del Tea Party por proponer una enmienda a la Constitución de los EE.UU. que prohíba al Gobierno recurrir al déficit y luego se felicita cuando Merkel y Sarkozy propugnan exactamente lo mismo para la Unión Europea? Son unos zoquetes y además nos tratan como si fuéramos idiotas. Y eso que, según algunos, Elena Valenciano, dedicada a trotar por emisoras de radio loando la iniciativa franco-alemana que deja al Tea Party a la altura de la socialdemocracia, es lo mejorcito del PSOE. Cómo será lo peor. Otra vendrá que buena me hará, pensará Bibiana Aído. Mamarrachos peligrosos embarcados en una revolución contra el siglo XXI, una fuerza oscura y oscurantista que pretende en vano ocultar la luz de sol. Pues yo digo que vivan los peregrinos, lo más punk y transgresor que se ha visto en España en los últimos años. ¡Viva el color, viva Mozart, abajo Wagner! Let the Sunshine In!

chuecadilly@yahoo.es

4 Respuestas a “Tea Party sociata y mamarrachadas zurdo-nazis

  1. Mónica Colby

    Enhorabuena, Luis, me ha encantado el valiente artículo. No soy nada papista pero me pongo del lado de los peregrinos insultados, agredidos y escupidos por una chusma viscosa y tercermundista. Que imagen hemos dado al mundo. Que vergüenza.

  2. Llevas una racha impresionante, Luis, a ti el calor no te afecta. Y además, en lo de hoy se nota que te has quedado a gusto. Dios te bendiga.

    • Por desgracia, esta mañana me he levantado con la noticia de las nuevas agresiones de ayer y más que a gusto estoy bastante triste por lo sucedido.

  3. Cada vez que nos enfrentamos a barbaridades como las que usted describe, concluimos que la democracia tiene el defecto de que el voto del fanático y del inculto valen lo mismo que el suyo, señor Margol (espero que no suene insultante, solo triste y lamentable) No propugno suprimir ese derecho al voto, pues sería un atentado a los Derechos Humanos que nadie aceptaría. Más bien propongo que cada votante se haga responsable de su voto, ya que el sistema actual es idéntico y tirar la piedra y esconder la mano. Es decir, que el votante pague los platos rotos de las decisiones de sus elegidos; así se lo pensará dos veces antes de votar a políticos tan irracionales como irresponsables.

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