En Holanda las chicas ya no son lo que eran


Sorprendido y hasta cierto decepcionado, aunque por qué no decirlo, igualmente encantado en mi orgullo masculino, con los datos sobre Holanda que Andrew Sullivan publica en su blog. Resulta que diez años después de la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo en Holanda, ese país laboratorio donde en la actualidad se dirimen tantas cosas importantes para todos (liberalización económica, derechos individuales vs comunitarismo y corrección política, Islam político…), más del 70% de los divorcios de matrimonios LG son de mujeres. ¿Dónde quedó aquello de que ellas son más estables que nosotros? O sea, que ellas también se tiran los platos legales a la cabeza y dicen eso de «hasta aquí hemos llegado, ahora mismo llamo a mi abogad@». Esto sí que es revolucionario.

De los 14.813 matrimonios LG celebrados desde 2001, 7.551 fueron de hombres y 7.291 de mujeres, una cifra ciertamente impresionante si pensamos en que en España, hasta finales de 2009 se habían celebrado 16.060. Dado que España tiene una población cuatro veces mayor que la de Holanda, a menos que en nuestro país de produzca un súbito aumento de los gay marriages, nuestra tasa es alrededor de la mitad que la holandesa. En nuestro país, por zonas, Madrid sigue a la cabeza destacada de Cataluña, con un 20% menos de matrimonios pese a tener más población, y casi el triple que Andalucía, la región más poblada. Para los aficionados a estas, cosas, la comparación entre cc.aa. no refleja patrones destacables, excepto que, salvo Valencia, de Madrid para abajo la tasa es muy baja.  En cuanto a nivel de ingresos, tampoco hay relación clara, ya que en el País Vasco y Navarra las tasas son de las más bajas de España (no así La Rioja). Si tomamos en cuenta los partidos gobernantes desde que se aprobó la ley, hay un pequeño sesgo favorable a los territorios gobernados por el PP (Murcia y Navarra, por debajo de la media, resto por encima, especialmente Madrid, Valencia y Canarias, donde hay gobierno de coalición CC-PP) y ligeramente desfavorable al PSOE, sobre todo allí donde lleva más tiempo gobernando, solo o en coalición. Sería interesante analizar los datos desglosados por tipo de población, por si se confirma la hipótesis de que en las ciudades la tasa de matrimonios LG es, proporcional a su población, mayor que en zonas rurales y pequeñas poblaciones. Sospecho que, como en tantas otras cosas, la variable fundamental no es la región, sino el tamaño de la población, que a su vez podría ser un reflejo de los hábitos de la población LG, que al ser una minoría pequeña y aún socialmente estigmatizada, busca la ciudad, que proporciona anonimato y donde hay más posibilidades de encontrar personas como ellos.

Lo anterior me recuerda a un antiguo amigo mío procedente de un pequeño pueblo de Albacete. Él abandonó el pueblo, pero por desgracia el pueblo no lo abandonó a él. Su mamá le hacía visitas casi semanales para limpiar su casa, lavar y cocinar (no sé si también fisgar) aunque él no estuviera. El resultado es que la casa del pobre chico era un patético remedo de cuarto de adolescente hetero con camita de niño incluida. Cómo no, sus padres lo sabían, y de hecho se lo habían preguntado, pero él siempre lo había negado. Un caso clínico, sin duda. Supongo que por eso la madre venía a Madrid, para asegurarse de que el tarado de su hijo («si al menos fuese gay…») no había hecho ninguna locura. Cada día tengo más claro que el armario es, ante todo, una tortura para la familia del armariado. Qué forma más cruel de maltratar a tus padres.

Bueno, para terminar con Holanda, también es destracable que la tasa de divorcio de la población LG casada entre ella es del 7%, mientras que la de toda Holanda se acerca al 40%. Otro hecho revolucionario que parece confirmar lo que muchos sospechamos: la normalización legal conduce a lo mismo en todos los aspectos, tal vez incluso en fenómenos como los matrimonios a la francesa (cada uno con su amante formal y exclusivo), victorianos (unidos por la conveniencia, uno en casa y el otro saltando de aventura en aventura más o menos seria), o mediterráneos (cualquier combinación de los dos anteriores, o simplemente uno en casa y el otro follando a calzón partido por ahí). En fin, una nueva y pésima mala noticia tanto para los activistas radicales, que pensaban que los homosexuales actuarían como punta de lanza de no sé qué mutación de valores, como de los más conservadores, que veían en cada gay a una bomba nuclear social andante. Ni lo uno ni lo otro. Para bien o para mal, más de lo mismo.

2 Respuestas a “En Holanda las chicas ya no son lo que eran

  1. Gran artículo! Europa se duerme de aburrimiento.

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